En momentos de incertidumbre y dificultad, resulta imprescindible que la sociedad española sepa adaptarse a las circunstancias y encuentre oportunidades ante los cambios en el entorno global. Igual de imprescindible que resulta como país apoyarse en las propias fortalezas como estímulo para el crecimiento y como generadoras de confianza. Es por tanto muy positivo y reconfortante, especialmente desde la visión de una Secretaría de Estado de Comercio, observar el comportamiento del sector exterior español en los últimos meses. La internacionalización de la empresa española, a través del crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios, se ha convertido en una fuente de dinamismo de la economía española, compensando en parte la todavía débil demanda interna. No en vano, las ventas a otros países aportaron en 2012 2,5 puntos de crecimiento al PIB español; de modo que, sin ellas, la caída con la que España hubiese cerrado el ejercicio 2012 no estaría en torno al 1,3 %, sino cerca del 4%.
Además, España es junto con Alemania prácticamente el único país europeo que logra mantener su cuota de exportación de bienes y servicios a nivel mundial, registrando superávit en los intercambios comerciales con la UE y con la Zona Euro, así como individualmente con países como Francia, Reino Unido o Italia. De esta forma, la tasa de cobertura, el saldo entre importaciones y exportaciones, se sitúa actualmente por encima del 86%, la mayor desde que hay registros. Es razonable pensar que España pueda alcanzar pronto, por primera vez en su historia, un superávit de su balanza comercial, como también lo es pensar que es el sector exterior el que más va a contribuir a que la economía española comience a crecer a finales de 2013.
La positiva adaptación de las empresas españolas al nuevo escenario económico mundial se refleja también en la progresiva diversificación de los mercados a los que se dirigen los productos y servicios españoles. Así, tradicionalmente la Unión Europea concentraba hasta el 70% de las exportaciones españolas, dependencia que se ha reducido considerablemente. De hecho, en 2012 las exportaciones españolas a África crecieron en un 31%, a América Latina en un 18,5%, a Asia en un 15,3% y a América del Norte en un 13,1%.
La internacionalización de la economía española, además, no se produce únicamente por la vía de las exportaciones, sino también a través de la inversión, de la implantación directa en el exterior. Así, España es el undécimo inversor en el mundo, con una cifra de 640.312 millones de dólares (stock), lo que representa un 3,02% de la inversión mundial y el 42,5% del PIB español, siendo además el tercer inversor en Latinoamérica.
Todos estos datos positivos son posibles gracias a la decidida apuesta de las empresas españolas por la internacionalización, y especialmente a la labor de un grupo de multinacionales españolas y campeones de la exportación que no sólo concentran buena parte de la realidad del sector exterior español, sino que en muchos casos ocupan posiciones de liderazgo internacional en sus respectivos sectores. Estas empresas actúan no sólo como embajadoras del conjunto de productos y servicios españoles y por tanto de la imagen país, sino también como locomotoras que arrastran al conjunto del tejido productivo español.
Resulta por tanto fundamental recoger, en una publicación como este Atlas, la proyección internacional de esas marcas líderes españolas que actúan como punta de lanza de nuestros productos y servicios, y es por ello justo y necesario reconocer la labor y el esfuerzo de una institución como el Foro de Marcas Renombradas Españolas para su realización, con el apoyo del ICEX. Estas marcas líderes están presentes en amplias zonas del mundo, en ocasiones con una presencia en todo él y en la mayoría de los casos con un amplio reconocimiento y notoriedad de marca. Esta realidad muchas veces no es conocida por la propia opinión pública española, y tampoco en el exterior, donde en buena medida se desconoce el verdadero potencial empresarial de España. Por eso resulta tan positiva una publicación de estas características, al mostrar en el interior el ejemplo a seguir por las pequeñas y medianas empresas españolas, y al demostrar en el exterior que España cuenta con una base de activos empresariales globales sobre los que se asientan las bases de nuestra recuperación económica.
El reto es, por tanto, seguir intensificando esa presencia internacional, diversificar los mercados de destino de las exportaciones y las inversiones españolas y, por supuesto, apostar por ventajas comparativas que hagan más competitivas a las empresas españolas, desde la innovación o la tecnología hasta la marca, principal activo intangible de competitividad. No sólo por tanto ser más internacional, sino serlo aportando más valor, tanto para la empresa como para el país. La marca resulta en este punto imprescindible, y las marcas de las empresas y productos españoles constituyen una de las principales palancas para potenciar y canalizar la Marca España en el mundo.
JAIME GARCÍA-LEGAZ. Secretario de Estado de Comercio